sábado, septiembre 29, 2007

De cañas al salir del curro

-¡Kalamarres und servesa! - dijo Sergei, e inmediatamente se giró hacia mí mientras el camarero miraba sorprendido y me preguntaba con un inconfundible acento gaditano si debía freirle los calamares en Cruzcampo.

Sergei vive en Viena y "calamares" y "cerveza" son de las pocas palabras en español que conoce. Le di mi aprobación aunque puntualicé que el "und" se lo debía llevar a Austria tal y como lo había traído. Él se golpeó la frente y comenzo a gritar "¡y!, ¡y!": no se lo podía perdonar, en ruso es prácticamente igual, me dijo.

Los rusos son muy suyos. Sergei es capaz de indignarse ante el gerente de Telecom porque en el hotel que le han reservado todos hablan inglés con un acento horrible. O de reprocharnos que nos levantemos de una conference cuando acaba nuestra parte y no esperamos a que él haga lo propio. También tiene la capacidad de ofender a los demás con una inusitada facilidad. Solía decir en la oficina, en un inglés perfectamente audible a varias yardas: "No consideres esto un insulto. España no me gusta nada". Y se encogía de hombros.

- "Esta vez ha sido distinto. Me quedé impresionado al ver que el metro ya llega a la T4. Quizá también influye que he aprendido algo de español" - kalamares, servesa y paela, con una sola ele. Poco más, lo garantizo.

- "Te estás volviendo medio español, como Albin"- le dije aburrido.

- "He,he,he,he, really???!!!" - eso le había gustado.

Quiere volver a Rusia, no está contento en Viena. Lo mismo que Albin, me dice que la gente en Madrid vive, y que trabaja muy bien (Esto último lo dudo, está comparando con franceses, italianos y catalanes, reconoce luego). Y así, a botepronto, va y me pregunta por los nacionalismos. ¿Europeos? ¿En general? No, quiere saber mi opinión sobre el catalán y el vasco. Le hablo un poco de la Renaixença y sobre Sabino Arana. Se parte el culo con lo del Rh. El tío se ríe como un loco, pero sabe mucho más de lo que parece. Su ex-novia hizo la tesis doctoral sobre los nacionalismos es el sur de Europa. Abre las palmas y grita: "Ridiculous!!!". Prefiero no entrar en los nacionalismos rusos.

El tío ha obligado al camarero a mostrarle todos los recipientes suspectibles de contener cerveza y sólo le han satisfecho unas copitas de penalty, que el gaditano va llenando, incrédulo, a la vez que mis jarras de cerveza. Me dice que se encuentra bastante borracho después de 3 penalties, se siente avergonzado. Le consuelo diciendo que si fueran de vodka, yo no podría siquiera con uno. Esto le tranquiliza, le parece la monda.

Hablamos de Putin, Kasparov, las ex-repúblicas, y acaba diciendo que la población rusa está dividida en dos. Los nostálgicos de la antigua URSS, que pasan la misma hambre que antes pero tienen el sentimiento de pérdida provocado por la reducción de los límites geográficos. Y los nuevos ciudadanos, los que ansiaban la libertad, que se oponen a todo lo que pueda identificarse con el antiguo régimen. En España no entendemos la frustración de los rusos, dice. Allí no existe política interior, los sucesivos gobiernos rusos sólo se dedican a la política internacional.

- ¿Asnar? Is he still the prime minister? - me pregunta.
- No, Zapatero.
- ¿Sapatero? Ahm - y apura el último penalty.

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