Tenía 11 años y me ponía Dire Straits en el walkman mientras leía "Cazador de espías", de Peter Wright. Burguess, MacLean, micrófonos a 2mm del marco de un cuadro, El Foreign Office, MI-5, MI-6...
Justo entonces caía el muro de Berlín, la izquierda no sabía a qué santo encomendarse y la informática era lo más.
La guerra fría no podía acabarse porque sí. Ni Perestroika ni pollas, ni Goodbye Lenin ni ONU. Reconozco que me lo trague como el que más. Quizá todos pensábamos en una redención soviética, en un triunfo de la libertad, en un "nadie concibe cómo no sucedió antes". Pero era mucho más literario.
Georgia on my mind.
sábado, agosto 30, 2008
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