martes, julio 26, 2005

La palabra

"La palabra" es la traducción de Ordet (1955), de C.T. Dreyer. Una verdadera joya que se puede ver actualmente en los cines Verdi de Madrid.



Johannes, el hijo mediano








La película se sitúa en una pequeña comunidad de la Jutlandia occidental, hacia 1930. El abuelo Borgen detenta la granja de Borgensgaard. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger y tiene dos hijas. Inger se encuentra embarazada. Johannes es un antiguo estudiante de teología que ha perdido el juicio por leer a Kierkegaard. Se identifica con la figura de Jesucristo, es un mesías que predica en las dunas. El pequeño, Anders, está enamorado de la hija del sastre, pastor de un sector religioso ortodoxo.

Hablando con un compañero de trabajo holandés, hace poco, le mostraba mi asombro y mi incredulidad. ¿Cómo pudo el protestantismo imponerse en su país (entre otros) al catolicismo? Él me contaba, azorado, que su madre, sin ir más lejos, vive la religión con un miedo rayano en el terror, con un sentimiento de culpa superlativo que la lleva a bloquearse en circunstancias cotidianas. Me precisó, sin embargo, que sólo un 25% de la población se confiesa religioso.

He rescatado "Terror y temblor" (1943) de Kierkegaard, de mi estantería. Todo el libro es un canto a la revitalización del espíritu en contra de la religiosidad mundana y de la sistematización hegeliana. El argumento gira entorno a la figura de Abraham, en concreto al episodio del Génesis en que Dios le pide que sacrifique a su hijo Isaac, llegado en su senectud y tras una vida de plegarias continuas. Escribe Kierkegaard: "Partió la leña, sujetó a Isaac, encendió la pira y sacó el cuchillo". ¡Mi amado oyente! Muchos padres han creído perder con sus hijos su más preciado tesoro en el mundo y toda esperanza para el porvenir; pero ninguno de los hijos ha sido el hijo de la promesa en el sentido en que Isaac lo fue para Abraham.[...] Pero no dudó; no miró angustiosamente a derecha e izquierda, no fatigó al cielo con sus súplicas. Sabía que el Todopoderoso lo estaba probando y que ese sacrificio era el más duro de los que podía exigirle; pero sabía también que ningún sacrificio es demasiado duro cuando Dios lo ordena, y sacó el cuchillo.

Kierkegaard dedica toda la obra a la figura de Abraham, a su relación con Dios, a la diferencia entre amor y fé en el Padre, en la figuras de El Caballero de la Fe y la Resignación Infinita. Una de las historias secundarias de Ordet muestra al viejo Morten resistiéndose a creer, como Abraham, que ha llevado a su hijo a la locura al procurarle los estudios de Teología. Es sólo el principio de un maravilloso ensayo sobre la fe. No es necesario sentir ningún tipo de fervor o creencia para dejarse arrastrar por la poesía del film.

Ordet es una adaptación al cine de la pieza del pastor y dramaturgo Kaj Munk. Supongo que el espectador compartirá mi sorpresa inicial cuando asista a una prodigiosa puesta en escena con un cariz totalmente teatral. Los actores se mueven como si estuvieran sobre las tablas. Apenas existe profundidad de campo. La cámara, sin embargo, no permanece estática. Transita suavemente por unos largos planos-secuencia, calmados, con predominio de plano americano. La iluminación es fantástica y está al servicio de un realismo preciosista. Unos cuantos exteriores, no más de tres o cuatro escenarios y un estricto sentido del raccord entre ellos concentran el interés del espectador en la historia.

Conforme va avanzando la película comenzará a tomar más interés el "fuera de cámara" y se ganará en profundidad. Los actores van danzando sobriamente hacia el clímax, que tampoco hace uso de trucos o efectos visuales impactantes. Sin embargo, el espectador asiste conmovido sin perder un ápice de atención. Uno de los elementos esenciales es la fotografía de Henrik Bensten, responsable en buena parte del realismo de la película. El ritmo, preciso como el del segundero del reloj presente a lo largo de casi toda la historia, nos llevará de cabeza a un final magnífico.

Allí asistimos a un milagro, a la resolución de todos los hilos argumentales. Quien no la haya visto tiene una oportunidad única de ver una copia de muy buena calidad, además.

1 comentario:

Alberto Abuín dijo...

Obra maestra como la copa de un pino, sí señor esto es cine, olé