lunes, abril 14, 2008

Crédito barato (III) (¿e inmoral?)

El retro-con De Prada escríbia anteayer:

"El liberalismo, en fin, es el caldo de cultivo que la derecha aliña, creando las condiciones sociales, económicas y morales óptimas para el triunfo de la izquierda, que es la que mejor ha sabido vender las falsificaciones de la libertad inventadas por el liberalismo. Falsificaciones catastróficas para el hombre, que creyendo «elegir libremente» no hace sino ahondar en su esclavitud".

Y a mi me da que el escritor esta confundiendo el liberalismo con una "sueca liberada" de las películas del landismo. Dejemos a De Prada mesando sus puntillas o su escapulario porque las casualidades de la vida me habían llevado unas horas antes al suplemento de religión de Libertad Digital. Sí, en efecto, el suplemento de Iglesia, mejor dicho. Me he preguntado a menudo cuándo los curas se convirtieron al socialismo, y estaba curado de espantos cuando empecé a leer el artículo:

Cuando un banco central baja los tipos de interés, incurre en una actividad que va llena de significado moral. El argot del macroeconomista puede llevar a conclusiones erróneas. Los tipos de interés más bajos se alcanzan aumentando la oferta del dinero, lo que básicamente equivale a "imprimir dinero de la nada" y a venderlo barato a la comunidad bancaria (aunque técnicamente ahora se hace creando asientos contables ficticios).

La dimensión moral se ve más clara si en su lugar imaginamos a una persona haciendo lo mismo. Se llama fraude. El dinero falsificado enriquece al defraudador a expensas del resto de la sociedad. Crear más billetes de papel no da como resultado más recursos económicos (producción o artículos de consumo), sólo sirve para redistribuirlos. El falsificador adquiere dinero extra inmediatamente a su disposición, mientras que el poder adquisitivo de nuestro saldo bancario se ve lentamente erosionado.


Y seguía intentando comprender la presencia del artículo en el suplemento "Iglesia" de LD mientras leía. Ah, pues debe ser por esto:

El Antiguo Testamento presenta algunos principios sobre la gestión responsable del dinero. Quejándose de los pecados de Judá y de Jerusalén, el profeta Isaías denunciaba la devaluación monetaria: "Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está mezclado con agua" (Isaías 1:22). Asimismo exhortaba el Señor al pueblo judío: "No seáis deshonestos con las medidas de longitud, de peso o de capacidad. Tened balanza justa, peso justo, medida justa y sextario justo..." (Lev. 19:35-36)


¿Sólo por esto? Bueno, aceptamos barco. Pero es que, olvidando la ortodoxia de catálogo, el artículo nos da un toque de atención sobre la dimensión moral de las cuentas públicas que, pobres mortales tan alienados de nuestro dinero, nunca se nos hubiera ocurrido. El bueno de Oskari Juurikkala acaba yéndose de la pelota (sí, venía muy bien para poner una referencia a los anales romanos) con respecto a la reserva fraccionaria:

La banca con reserva fraccionaria ya fue condenada por los juristas romanos que la encontraban fraudulenta y legalmente insegura. No obstante, la ciencia moderna demuestra que justamente esta inestabilidad es la que justificó las actividades inflacionistas de los bancos centrales.

Es cierto que a los Bancos Centrales ni agua, y que los responsables de acciones extremadamente temerarias deberían responder casi con su vida y las de sus descendientes, pero este caso nos viene muy bien para recordar la venta masiva de oro del Gobierno Zapatero hace un año o así.

Pero aquí no acaban todas las coincidencias. El mismo día me llamó Javi a eso del mediodía. Me comentó que estaba holgazaneando y leyendo tumbado a la bartola. Le pregunté si aún estaba leyendo sobre teorías de cuerdas y filosofísa varias y me comentó que se estaba leyendo un libro sobre ética y moral: "Teoría de los sentimientos morales", de Adam Smith. Y ya vale de crédito barato (I y II).

2 comentarios:

John Self dijo...

Escuela de Salamanca. Check it out.
http://www.libertaddigital.com/ilustracion_liberal/articulo.php/248
http://www.libertaddigital.com/ilustracion_liberal/articulo.php/249

Augie March dijo...

:D


Y tampoco puede el rey obtener ingresos rebajando el contenido metálico de las monedas. Los monarcas de la Casa de Austria acudieron reiteradamente a este antiguo recurso tantas veces utilizado en todos los tiempos y todos los Estados. En España, en tiempo del Padre Mariana, la rebaja se hizo sobre todo en las llamadas monedas de vellón; éstas eran de una aleación de plata y cobre y hasta fines del siglo XV fueron perfectamente respetables; en los siglos XVI, XVII y XVIII su contenido de plata fue reducido reiteradamente hasta que finalmente las monedas de vellón se hicieron sólo de cobre y funcionaron como moneda fraccionaria de las piezas de oro y plata. También el contenido de metal noble de éstas fue reducido en algunas ocasiones, pero menos que en el caso de las monedas de vellón, que constituyen el tema del tratadito de Mariana.

Éste ve la cuestión con tanta claridad como un economista moderno: se da cuenta de que la reducción del contenido de metal noble de las monedas y el aumento de la cantidad de éstas es una forma de inflación (aunque no usa esta palabra, entonces desconocida) y que la inflación produce fatalmente elevación de precios: "que si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercadurías sin remedio, a la misma proporción que abajaron la moneda, y todo se sale a una cuenta".

Mariana ve que la inflación es un impuesto que recae sobre los que antes de ella tenían dinero, que ahora han de comprar las cosas más caras. Al argumento de que esto se puede evitar poniendo precios de tasa a las mercancías, contesta que la experiencia nos muestra que las tasas han sido siempre ineficaces. Siendo la inflación un impuesto, requerirá en todo caso el consentimiento del pueblo, pero aun con este consentimiento será siempre un impuesto dañoso y desorganizador de la vida económica: "este arbitrio nuevo de la moneda de vellón, que si se hace sin acuerdo del reino es ilícito y malo, si con él, lo tengo por errado y en muchas maneras perjudicial"