lunes, septiembre 26, 2005

Princesas (II): la película

Fernando León cambia a "su fotógrafo" Alfonso F. Mayo por Ramiro Civita y a Elías Querejeta por Alfonso Cuarón, Jaume Roures y Jorge Vergara en la producción.Vuelve a escribir el guión en solitario.

Sinopsis

[... Ésta es la historia de dos mujeres, de dos putas, de dos princesas. Una de ellas se llama Caye, tiene casi treinta años, el flequillo de peluquería y un atractivo discutible, de barrio. Zulema es una princesa desterrada, dulce y oscura, que vive a diario el exilio forzoso de la desesperación. Cuando se conocen están en lugares diferentes, casi enfrentados: son muchas las chicas aquí que ven con recelo la llegada de inmigrantes a la prostitución. Caye y Zulema no tardan en comprender que, aunque a cierta distancia, las dos caminan por la misma cuerda floja. De su complicidad nace esta historia...]

No se ha resentido en el cambio de director de fotografía. Recordar a los ajenos que no valoren demasiado este aspecto (y a los emocionados que lo sobrevaloren) que la labor principal del director de fotografía es mostrar "el tono" que el director le quiera imprimir a la película; fotografiar el universo como el director necesita y subrayar los aspectos adecuados al servicio de la realidad. No se trata de mostrar la instantánea más idílica de un exterior o de usar filtros fog a diestro y siniestro. La fotografía es de lo mejor de la película.

Empieza la película

En el post anterior hablaba sobre la precocidad de F. León y el savoir-faire o know-how (anda que no hay palabras en español para decir esto, pido disculpas). Son 113 minutos que se pasan volando. Con la sobriedad característica en cuanto a tempo, ritmo y montaje, Fernando León comienza con una escena muy lograda en un hospital y nos presenta a los personajes al estilo clásico. Van entrando en la película utilizando mojones de carretera que dispone el director asu debido tiempo. Como en Barrio, hay algún personaje arquetípico (el malvado pasma de los papeles, la yonqui) a los que no pondré ninguna pega. Muchas veces he expresado mi conformidad con los personajes rocosos y planos si están al servicio de la historia, hoy no iba a ser menos. Todo va bien durante casi la primera mitad.

Falta Azcona

Dicho de otro modo, falta guión. Tiene muchos aciertos y otros tantos errores. Intentaré explicarme. Candela Peña está que se sale. No creo ser el único que se haya enamorado perdidamente de su personaje, y eso que no es "la guapa". C.P. es una actriz que te lleva adonde quiera, a la que te crees en cualquier personaje, que nunca defrauda. Lleva todo el peso de la película y lleva al espectador allí donde el director quiere. ¿Qué es lo que falla? Sé lo que falla aunque no sabría decir por qué. Quizá porque Fernando León no es tan buen guionista. La historia tiene varios claroscuros que resultan en finales frustrados. Cuando nos vamos a acercar al clímax el tono se convierte en pedagogía muy simple de perfil bajo. Cada vez que encuentro puntos a su favor, que los hay y bastantes, me encuentro con torpezas de guión que los han eclipsado.

Me gustan mucho las escenas en la peluquería, de la limousina, de las citas con el informático, pero no están bien acabados. Al final dan sensación de ensamblaje de buenos momentos. Imaginemos un guionista a la altura con estos momentos:

- La discusión/enfrentamiento entre las dos prostitutas: un clásico en películas de amistad, en ésta resulta ridículo e inverosímil.
- En el bar con los informáticos y el teléfono. Momento mal resuelto. Cambio de escena y nada, no es que no se cebe con el patetismo, hecho a su favor, sino que lo resuelve de manera extremadamente simple con lo que un personaje desaparece sin más, sin que el espectador lo comprenda.
- La escena del aeropuerto. Prescindible. Me encantan los momentos de aplauso justificados, los momentos de resolución dirigidos al espectador. El del aeropuerto es muy precipitado y evidente.
- Las subtramas. Los desenlaces no llegan en el momento adecuado.
...

Y unos cuantos más. Los momentos donde más evidente es la fragilidad del guión son los diálogos, enfatizados hasta la saciedad. E incluso algún momento de monólogo interior. Varios acaban igual, remarcando alguna frase que intenta ser memorable, pero enfatizando tanto que acaba adoptando un tono un tanto ridículo al repetirlos: "existimos porque piensan en nosotros", "quiero que me vengan a esperar a la salida del trabajo"... Otros guiños, los supuestos motivos de alivio necesarios para el espectador, son vulgares o trillados: "llenar de leche", el del aeropuerto... Es lo que tiene la pedagogía en el cine, hay que considerar al espectador mínimamente inteligente como para que no se sienta tratado como un tarugo. Por otro lado es una magna obra intentar elaborar un guión tan grandilocuente que abarque en un todo conceptos como amistad, enfermedad, amor, prostitución, inmigración...

Uno de los escenarios, la peluquería, me dio que pensar. Puede ser que exista un feedback del cine con la tele. La insistencia con la que "se hace recuento" de sucesos, emociones, etc... en la peluquería me recordó a las "sitcom" españolas. Una nueva variación de "13 rue del percebe". Por cierto, todas las atrices están que se salen en esas secuencias que suponen un acierto, una verdadera ventana por la que el espectador accede a ese barrio y a las motivaciones de los personajes principales y secundarios.

Por eso creo que León debería ir pensando en que le ayuden con el guión...

Actualización

Hoy he recordado cuál fue el punto de inflexión. Recuerdo (cada momento que pasa me cuesta más) que en dos momentos de la película, sendos monólogos de Candela Peña, la cámara hace un nada discreto zoom sobre la cara de la actriz. Mmmmmm, señor León.... ¿Qué será lo siguiente? ¿Gases lacrimógenos junto a los altavoces? Muy mal. Me da igual si fueron retoques de postproducción. Eso no se hace.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún siendo cada vez menos asiduo a la cinemateca y por tanto con la capacidad de crítica cada vez más fosilizada, he de decir que en muchos momentos tuve la sensación de que a los muchachos de Barrio nos los habían cambiado por las putas, pero con bastante menos frescura. Pese a todo, sus historias me siguen atrayendo bastante más que las de casi todos los colegas guionistas patrios... sobre todo los que rondan su generación.
PS: Simeón el Estilita, a ver cuando te pasas por la ciudad de tus antepasados y machacamos un buen yantar. Cuidate.

Anónimo dijo...

Cierto lo de los zooms. Me pareció oir el rechinar de dientes de algún espectador avispado en ese momento... aunque igual era yo mismo, que me había picado, si no la avispa, puede que la cobra (o la pitón). Un truquete bastante barato; que ya somos mayorcitos!!

Augie March dijo...

Hombre que alegría!!!

Me acordé de Kikuchiyo y de las tardes de los viernes en el Aula aquella: encontré en La Casa del Libro el tomo II de "Estética y Psicología del Cine" tan desgastado que me lo rebajaron.

Antes de un mes estoy por allá, que ya toca una buena tripada!!!