lunes, octubre 17, 2005

Karmen de Bregovic

Jornada dominical de teatro. Justo en la entrada me cuentan que se trata de una versión gitana de la Carmen de Bizet re-presentada por la sempiterna banda para bodas y funerales de Goran Bregovic.

En la entrada había un importante cuello de botella mas no por la afluencia. Santiago Segura y Guillermo del Toro estaban en el umbral con la humanidad que les caracteriza. Aunque la afluencia fue ordenada no crean que no tuvo lo suyo esquivar a esas enormes figuras.

Afrontaba mi séptimo encuentro con Goran Bregovic desganado, eso es cierto. Los 6 anteriores habían sido idénticos, con la excepción del de "El castillo de Aínsa", irrepetible por lo mágico del entorno. Las otras 5 habían sido lo mismo aunque muy aconsejables, paseando el Ederlezi para los fríos caucasianos. Los mismos bises, las mismas peroratas. El único diferente fue el cuarto, en el Auditorio de Zaragoza. Allí paró dos veces la música para pedir a la gente que dejara de tocar palmas y bailar, cuando sonaba la ¿solemne? Kalasnjikov. Aparte de eso, en todas las ocasiones anteriores contaba con el magnífico percusionista calvo (o afeitado), todo un showman que podía emocionar al más pintado con su interpretación de Mesecina/Moonlight. Quizá fue la crónica de una muerte anunciada, y el nacimiento del artista total. Aquí había sustituído al percusionista por otro que no lo hacía mal.

La obra es tal y como nos cuentan por ahí. Y digo tal y como nos cuentan por ahí porque podría haber sido otra cualquiera. Lejos del teatro épico de Brecht y nada que ver con la ópera original, Bregovic se monta una excusa para las canciones gitanas.

La obra

Lo de siempre. Puede ser que cualquiera esté capacitado para dirigir una obra de teatro, no lo dudo. Pero los resultados son los que son. Porque para empezar nos hablan en serbio, búlgaro, italiano y español. Tenemos un panel electrónico a más de 10 metros de altura en el que podemos seguir la traducción (libre y caprichosa, tan pronto aparece como desaparece mientras las voces siguen) que no permite ni de lejos (nunca mejor dicho) apreciar la interpretación al tiempo que se lee. Es imposible y puedo garantizar que todos los que estaban a mi alrededor salieron con un dolor de cervicales parejo al mío. Por otro lado el cuerpo de la obra lo representan dos cantantes (porque no actúan) sentados en el centro del escenario con la feliz aportación de la nevada de papel que les cae encima. Los personajes se presentan por el eje transversal, salen de las puertas de entrada de los espectadores, pero totalmente ajenos a la historia. Se paran, cuentan su experiencia al público y tocan algo. Puede ser que fuera "Carmen" pero me creería a pies juntillas que se trató de un drama de Lina Morgan si así lo hubieran escrito en el programa.

Ovación de gala, eso sí (he visto como casi lloraban agotados de hacer bises en otras actuaciones). Lo mejor de la obra, me crean o no, son dos angelotes que bajan colgados del techo. Tienen un bigote peculiar, uno de los aciertos de la obra, y el de la izquierda era clavado a José María Aznar. No crean que no tuvo su gracia cuando Carmelo Gómez, Natalie Seseña y muchísimo público se dejaba las manos en aplausos. Lo mejor, las canciones, como siempre. Aunque alguna (la mejor, que además repite) ya la había adelantado el año pasado, en la Plaza Mayor. También destacar que el lugar, el Teatro Español, es muy cuco y recogido y viene de perlas para echar unas cañas por la Plaza Santa Ana al salir.

El cardado

Sí, lo han adivinado. A la vuelta a casa, a la altura de San Jerónimo, nos dimos de bruces con el cardado de Pedro Zerolo, el flamante concejal. Próximo "alcaldable" por el PSOE, según las malas lenguas, del ayuntamiento madrileño. No nos gritó, como hace en los debates, así que nos volvimos a casa contentos. Además alguien contó que ya tenía slogan, una variación de aquél que fuera tan popular en tiempos de Carlos III: el mejor alcalde, el gay.

4 comentarios:

John Self dijo...

Yo estaba con Augie cuando vimos a Pedro Zerolo y su marido o al marido de Zerolo y su mujer... o yo que sé.Lo que no menciona Augie es que nada más verlo nos convertimos, de golpe y porrazo, en unas personas más decentes. Yo que pensaba que cualquier día me partía un rayo por descreído, ahora rezumo buenismo de postal por todos mis poros.
Un antídoto, por favor

Roberto Iza Valdés dijo...
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Roberto Iza Valdés dijo...
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Unknown dijo...
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