lunes, mayo 05, 2008

2 de Mayo y Antonio Herrero

Nunca olvidaré las largas noches de verano en el huerto. Una coral de grillos, lechuzas y ranas se colaba por las ventanas de nuestra habitación mientras sacudíamos las sábanas desesperados por una brizna de aire, por leve que fuera.

Lalo era el amo del radio-despertador, además del hermano mayor, por lo que "Supergarcía en la hora cero" era inevitable. José María García llegaba con su sintonía de azotes eléctricos para sacarnos del hastío e hipnotizarnos con surrealistas soflamas contra, déjenme recordar, algo tan prosaico como dirigentes de federaciones o presidentes de equipos de fútbol.

Luego llegaba Pumares: "Polvo de estrellas". Y con la sintonía de las stardust memories empezaba mi programa favorito. Por aquel entonces Carlos Pumares estaba muy lejos de convertirse en tertuliano lamentable de la talla de Aramís Fuster - o eso nos parecía - y, hablando de tallas, recuerdo con alborozo que lo imaginábamos atlético y violento, en consonancia con sus arranques verbales.

A cada nueva llamada elucubrábamos con el trato que Pumares le dispensaría aunque no dejaba de sorprendernos atendiendo amablemente a andaluces que le preguntaban sobre Chuck Norris o a seguratas que le contaban recetas de cocina desde el turno. Por contra, increpaba al minuto a radioyentes que le querían contar el aprecio que tenían por una película o el desacuerdo con la opinión general sobre otra. Con cada una de las carcajadas nos llevábamos una bronca remota que se colaba a través de las paredes para recordarnos que al otro lado había gente que quería dormir y que nuestro pandero estaba en peligro.

Antena 3 radio no tenía rival, jamás hubiéramos cambiado de emisora. Desde la hora de cenar esperábamos nerviosos e hiperactivos hasta que García abría la veda, la luz se apagaba y empezábamos a tirarnos pedos, despertar al de la litera de abajo con el pie en la cara y cosas por el estilo.

Y así sin darnos cuenta, sin conocer siquiera su nombre, nos enganchamos a aquel locutor de voz corriente - lejos de la de los predicadores consagrados del medio - que algunas mañanas nos despertaba. Y cuando acababa el verano, la mañana radiofónica se convertía en cotidiana y, antes de salir al instituto los mayores, a la escuela nosotros, nos enterábamos de las noticias del día por Antonio Herrero. Los mayores tenían sus RNE, SER, COPE y nosotros teníamos Antena 3. Aquel tío nos parecía valiente, todo coraje, no se callaba nada, así que cuando acabamos la escuela y fuimos al instituto todavía nos gustaba más: ah, la rebeldía...

Hoy hace 10 años murió Antonio Herrero. Por aquel entonces ya no existía Antena 3 radio. Con la desaparición de la emisora habían desaparecido las noches de verano en el huerto tal del mismo modo que se escapaba nuetra infancia, pari passu. Hacía tiempo no escuchaba la radio, pero la noticia me dejó helado. Desde aquí quiero recordar a un periodista que me formó en parte como soy, sin que suene a exageración.

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